La Costa da Morte era, para los antiguos, el último reducto de la tierra conocida, el tramo final de un itinerario marcado en el cielo por la Vía Láctea, este espacio mítico-simbólico es reflejo de múltiples leyendas, de lugares sumergidos bajo el mar, como Duio, del cual existen abundantes testimonios; y sobre todo el relato de la ubicación de la Atlántida, isla que se encuentra en el Océano Atlántico, a la cual los antiguos griegos situaban más allá de las Columnas de Hércules, y que algunos ubican entre el Cabo Finisterre y el Cabo Vilán.
La Atlántida es una isla tragada por el mar, por la desavenencia de los dioses con el orgulloso Poseidón. Cuando los dioses se repartieron el mundo le tocó en suerte a Poseidón, dios del mar según la mitología griega. En esta isla vivía Clito, una muchacha huérfana de la que se enamoró el dios; movido por los celos transformó la colina donde se hallaba la joven en una fortaleza, despedazando el terreno circundante y alternando zonas de mar y tierra en tres círculos concéntricos para que no se escarpara y así mantenerla cautiva. Estos anillos de agua forman fuertes corrientes a los que los marineros de Costa da Morte con su destreza y la ayuda del dios, las salvan sin dificultad.
La porción de tierra de la Atlántida arranca en esta costa, entre el Cabo Finisterre y el Cabo Vilán de Camariñas, y desde aquí Poseidón vigila sus dominios en un carro dorado tirado por caballos y rodeado de ballenas y delfines, de tal manera que nadie se atreve a navegar por estos lugares sin haber buscado su protección, pues con su tridente puede provocar terribles tormentas y tempestades.
En el Códice Calixtino se hace referencia a la Virxe da Barca de Muxía la cual acudió a este lugar en una Barca de Piedra, que surcando estos mares tirada por el carro de Poseidón llegó hasta la presencia de Santiago, para darle ánimos en su labor evangelizadora, el Apóstol estaba desanimado ante estos habitantes de espíritu atlántido, que se revelaban con una energía poderosísima inmanada por Poseidón, patrono de este pueblo, al que veneraban y adoraban, y que algunos dicen que eran poseedores de la denominada “quinta fuerza” proveniente de esa civilización sumergida, sembradaesta costa de numerosos vestigios megalíticos, enigmáticas esferas, catalizadoras de esa energía desconocida y cosmotelúrica. En Muxía quedó embarrancada definitivamente la célebre Barca de Piedra, y justo allí, se erigió un Santuario dedicado a la Virxe da Barca, a él se llega bordeando el Monte Corpiño, por el Camino da Pel, así denominado porque en sus inmediaciones había una fuente en la que los peregrinos se aseaban como símbolo de purificación antes de entrar en el “sanador” recinto del Santuario.
Fdo.: José Ares
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