Antiguos hospitales de peregrinos marcan la antigüedad de esta Ruta Jacobea partiendo de Santiago: Bon Xesús en Maroñas, Hospital de Logoso citado en el Tumbo C de la Catedral de Santiago, siglo XII, Cee, Corcubión, Finisterre, Moraime y Muxía. El estado de conservación, uso y estudio de cada una de las rutas de las que el Hotel de Naturaleza AV en su página web describe con abundante documentación fotográfica hacen de ellas un camino vivo y lleno de encanto, un lugar apartado al que todos desean conocer, al igual que los antiguos celtas y romanos para contemplar el ocaso del Sol en la inmensidad del océano. Existen hospitales de peregrinos, actualmente acogedores hoteles rurales como el citado Hotel de Naturaleza AV, que jalonan estas rutas únicamente por Galicia.
El Camino de Fisterra-Muxía es el segundo más concurrido después del Francés y desde luego es el más cargado de misticismo y ritos precristianos. Desde Santiago hasta el Cabo Finisterre hay 86 Kilómetros y hasta el santuario A Virxe da Barca en Muxía 88 Kilómetros. Los primeros 59 Kilómetros son comunes para ambos itinerarios. Se bifurcan en las inmediaciones de Hospital de Logoso. El camino se contempla con una ruta paralela a la costa que va desde Finisterre al Santuario de A Barca de unos 31 Kilómetros, ensenadas, zonas rocosas y con acantilados bañados por bravas aguas del Atlántico.
El epílogo de Finisterre a Muxía está rigurosamente señalizado con los clásicos mojones. El primero se encuentra en la Carballeira de San Lorenzo de Santiago, a la que Rosalía de Castro dedicó uno de sus poemas en "Follas Novas", e incluyen dos chapas con los kilómetros restantes. El camino parte de la Plaza del Obradoiro, baja por la Rúa das Hortas, llega a la Carballeira de San Lorenzo para comenzar a subir y así obtener las últimas vistas de la ciudad y de las imponentes Torres de la Catedral.
La peregrinación no termina hasta que el peregrino no se desprende de su vida antigua, representada en algunas prendas que lleva, que quemará en el Cabo Fisterra como símbolo de que una vida nueva comienza, ya que a la persona que retorna no es la misma que llegó hasta allí. También la de bañarse desnudo en aguas del Mar O Rostro, a los pies del Cabo Fisterra o la de Nemiña en Muxía bajo el Cabo Touriñán en la costa más brava de Coruña.
Obtenidas las otras dos credenciales, que hay que sumar a la Compostelana, la Fisterrana y la Muxiana, que son cartas probatorias de que se ha hecho el camino a pie, a caballo o en bicicleta. Dichas cartas ya se expedían en el siglo XIII, eran cartas de presentación que concedían reyes, infantes, clérigos, papas y otras autoridades como salvo conducto; su portador obtenía protección, exención de tributos, montazgos, portazgos y otro tipo de peajes.
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